EL PENSAMIENTO OPERATORIO CONCRETO.
En el período de las operaciones concretas los infantes desarrollan una nueva forma de pensar, son capaces de realizar operaciones mentales, sin la necesidad de apoyarse en los objetos, de este modo el individuo actúa mentalmente la realidad.
Los niños entre los ocho y nueve años son capaces de imaginar y seleccionar la perspectiva que tiene un objeto, esto se debe a que, llegados al estadios de las operaciones concretas, la denominada por Piaget “ley de la descentración”, les permite ir tomando conciencia, progresivamente de que hay más perspectivas válidas y que además de la propia, las personas pueden tener diferentes experiencias con los objetos. (William, 1990)
El pensamiento operatorio concierne a la distinción entre apariencia y realidad, los alumnos son capaces de inferir conclusiones siendo más observadores de los cambios que ocurren en los fenómenos. Cuando el docente les asigna tareas donde deben razonar y argumentar promueve que los alumnos busquen estrategias para obtener una idea sin tomar en cuenta únicamente la apariencia.
Piaget (1970) marca una clara diferencia con los estadios de inteligencia: el pensamiento operatorio concreto es capaz de seguir las transformaciones de una misma entidad, que le permite a las personas imaginar que existen estados y transformaciones relacionados entre sí tomando en cuenta el proceso de cambio en relación el estado actual. Lo anterior favorece en el niño la construcción de relaciones lógicas entre objetos y fenómenos concretos.
“Las variantes cognitivas se desarrollan paulatinamente desde el periodo sensoriomotor en el que se logra la “permanencia del objeto”, pasando por la construcción de la “identidad” en el periodo preoperacional, hasta llegar a la construcción de la “conservación” en el periodo de las operaciones concretas.” (William, 1990)
Los alumnos cuando llegan a este nuevo estadio adquieren la noción de conservación que aplican a diferentes problemas en los que se utilizan unidades de medida como longitud, peso y volumen.
“La compresión de esta noción requiere que los niños dispongan de dos operaciones lógicas básicas: la identidad y la reversibilidad. La identidad significa que no se añade ni se resta nada a un “todo”, entonces permanece igual. Así también la reversibilidad significa que si se efectúa una transformación en un sentido y, a continuación, se realiza en sentido contrario una transformación que la anula o compensa, entonces el “todo” permanece igual. Estas dos operaciones lógicas forman un agrupamiento lógico y constituyen, a su vez, la base de la noción de conservación”. (William, 1990)
Un problema común en el que se utiliza la noción de conservación es cuando la maestra les pide a los niños representar cantidades iguales de líquido en dos recipientes de diferente forma; argumentado su respuesta y observando que aunque son distintos los recipientes no hay cambio alguno en el liquido.
Otro ejemplo donde se promueve la noción de la conservación es cuando la maestra les muestra a los alumnos dos cuerdas y dos barras de plastilina de diferente color, verificando la igualdad de sus contenidos; repartirá por equipo el material entregando a cada uno la misma cantidad, con el objetivo de que ellos realicen dos bolas de plastilina y con las cuerdas una la estiren y la otra la enrollen.
Ya que hayan terminado de hacer sus actividades, la maestra preguntará: ¿Es la misma cantidad de plastilina en las dos bolas? ¿La cuerda es del mismo tamaño? La maestra hará que el alumno compruebe la igualdad argumentando su respuesta. Al concluir la actividad estirarán las dos cuerdas y verificarán si ambas son iguales, se deshacen las dos bolas de plastilina y se comprueba si es la misma cantidad.
En lo particular esto ayuda a que la maestra promueva estrategias donde faciliten y orienten al niño a la verificación de igualdad, ya que es importante que pueda explorar materiales para formular explicaciones.
Las tareas relativas a la conservación de diversas magnitudes, aunque tengan la misma estructura subyacente son resultados correctamente a distintas edades dependiendo del contenido que se manipule (Piaget, 1964). A esta falta de sincronía en la adquisición de la noción de conservación para distintos contenidos es a lo que Piaget denominó desfases horizontales.
Se han descrito tres estadios o fases característicos en la adquisición de la noción de conservación por las que pasan los niños y niñas.
Estadio I: No conservación: En este estadio preoperacional los niños se dejan llevar por lo que ven, no analizan bien el problema
Estadio II: Reacciones intermediarias: Los niños pueden ser conservadores, pero son sensibles a sugerencias en contra o cambian de opinión cuando ven la deformación perceptiva.
Estadio III: Conservación: En este estadio, los niños predicen la conservación antes de la realización de la tarea y comprenden y afirman que las relaciones cuantitativas entre dos objetos se conservan, aunque se produzca cambios irrelevantes en la apariencia de los mismos. (Sidney, 1990)
Sin embargo, todo esto es un proceso donde puede haber casos en que los niños no llegan correctamente al resultado ya que se guían más por lo que ven que por lo que infieren a partir de la igualdad entre las representaciones.
Además de la conservación, Piaget sistematizó otro grupo de tareas que sirvieron para caracterizar el paso del pensamiento preoperatorio al operatorio concreto, el cual explica que la clasificación se refiere a la ordenación jerárquica de los objetos en clases o categorías supraordenadas y subordinadas. Para poder lograr el dominio de la operación de clasificación es preciso:
a)Comprender que un objeto no puede ser miembro de dos clases opuestas.
b)Elaborar un criterio de clase.
c)Saber que una clase se puede describir enumerando todos los elementos que lo componen.
d)Comprender los distintos niveles de una jerarquía. (William, 1990, pág. 13)
Aquí los niños pueden agrupar objetos que sean semejantes, de acuerdo con su tamaño, color o figura. Una actividad que la maestra puede implementar en el aula es asignarles diferentes tipos de hojas de plantas, donde el alumno clasifica la hoja de acuerdo a su color, figura y el tipo de planta al que pertenece.
La clasificación es una noción matemática básica, es decir, es uno de los conceptos previos a la matemática convencional.
Cuando un alumno presenta problemas de aprendizaje, la maestra debe retomar el nivel matemático previo del niño, ya que a temprana edad aprende a distinguir las formas de los objetos y compararlas, encontrando semejanzas y diferencias, también reconoce tamaños y superficies de figuras y cuerpos geométricos. Otro ejemplo en que los alumnos ocupan la noción de clasificación es cuando la docente trabaja con ellos las figuras geométricas, en este caso se les proporciona el material revuelto tienen que acomodarlo de acuerdo al color, tamaño, figura, grosor u otro criterio que el profesor asigne. Es necesario cuestionar al alumno constantemente sobre lo que hace, ya que algunos comentarios nos pueden indicar cuáles son sus intenciones e incluso errores.
La mayoría de los niños utilizan dos factores para realizar una clasificación, color y forma, ya que son los criterios más sencillos de identificar. Una vez que el alumno termina la actividad se le debe de preguntar por qué ordeno las figuras de esa manera o que tomó en cuenta para formar un grupo. También es conveniente que la docente tome dos figuras de diferentes grupos y preguntar al niño si se pueden poner juntas, y por qué lo considera así.
En la etapa operatoria se presentan algunos casos donde los alumnos tienen que resolver actividades de seriación, la cual consiste en agrupar y ordenar objetos en función de ciertas diferencias apreciables en alguna de sus propiedades, es decir, los alumnos realizan la ordenación de un conjunto de elementos con base en ciertas reglas que se establecen entre los objetos.
La compresión de la noción se seriación requiere el dominio de:
a)Las relaciones asimétricas unidireccionales que se dan entre los elementos de un conjunto: “A es más alto que B, entonces B no puede ser más alto que A”; y,
b) Las relaciones transitivas: “si A es mayor que B y B es mayor que C, entonces A es mayor que C”. (Egido, 2009)
La noción de seriación se utiliza cuando los alumnos empiezan a aprender las tablas de multiplicar, también cuando elaboran una tabla con los datos sobre sus estaturas, ordenan de mayor a menor o viceversa la información recopilada.
Adquirir la lógica de la seriación les permite a los niños conseguir nuevas conquistas: las nociones de tiempo y de espacio y, así mismo la capacidad de ordenar los objetos de acuerdo con dimensiones espaciales –la altura, el ancho, la longitud- y conforme a un orden temporal. (Egido, 2009, pág. 15)
Cuando se llega a presentar en el aula una situación donde el niño no domina la seriación, difícilmente puede consolidar el concepto de número y realizar operaciones básicas; dando como resultado el uso de conteos de manera mecánica sin que se identifique la cantidad de elementos que integran un conjunto.
El procedimiento de seriación consta de dos partes que deben realizarse en secuencia, como primer punto es la seriación simple; los niños pueden aprender la seriación a través del uso de regletas, se les solicita las ordenen de acuerdo a su tamaño de la más pequeña a la más grande, aunque es de esperarse que el niño coloque las tablitas formando un tren o un gusanito. El segundo punto es la seriación oculta, donde se integran en parejas y uno de los dos niños acomoda las regletas sin que el otro lo vea, posteriormente el primero explica cómo lo hizo su compañero. Es importante que la maestra maneje este tipo de materiales ya que motiva a los niños y la manipulación logra que aprendan desarrollando la creatividad.
Por otro lado la numeración surge a partir de la combinación de la clasificación y la seriación. Según sostiene Piaget, clases, series y números que son dominios cognitivos que se desarrollan de forma sincrónica e interdependiente. (William, 1990, pág. 16)
Los niños pequeños empiezan a conocer los números y pueden contar pequeños conjuntos de objetos. Sin embargo, Piaget sostiene que el principal avance en el periodo de las operaciones concretas es que la seriación y la clasificación permiten comprender los números como una secuencia y clasificarlos como un conjunto de clases y subclases, lo que, a su vez, proporciona las bases para la multiplicación y la división. (William, 1990, pág. 16)
La realidad en la vida cotidiana es que los niños están inmersos en una cultura que basa la capacidad de cuantificar en la acción de contar. Los niños no siempre utilizan el aprendizaje cómo lo adquieren en el salón de clases, un ejemplo de ello se observa cuando resuelven tareas de compra-venta. Los niños buscan estrategias o procedimientos que resultan eficientes para solucionar problemas multiplicativos.
Cabe mencionar que dentro del contexto escolar en el que los alumnos se desenvuelven adquieren nuevos conocimientos y conforme crecen almacenan la información que consideran útil, la procesan, la codifican en su memoria y la utilizan para resolver problemas que se presentan en la vida cotidiana.
En esta etapa los niños y niñas tienden a poner atención y recuperar información almacenada cuando se enfrentan a un problema. A través del sistema educativo aprenden significativamente, es decir, asocian la nueva información que se les brinda con lo que ellos ya saben, de este modo, construyen un bagaje cultural.
Al construir los conocimientos los individuos implementan sus propias estrategias para recordar dicha información organizándola a través de un cuaderno de notas, mapas mentales, guías o resúmenes.
La memoria es un sistema de archivo que permite a través de tres pasos básicos: codificar, almacenar y recuperar; así también el olvido puede ocurrir si existe un problema en estos procesos o por falta de interés, por falta de atención y estrés.
A continuación se explican los tres diferentes tipos de memoria que se ocupan al aprender:
La memoria sensorial es aquella información que se percibe mediante los sentidos pero no quedan almacenados en la memoria.
La memoria a corto plazo es la habilidad que te ayuda a retener la información por poco tiempo al dado caso de que no sea tan significativo.
Y por último la memoria a largo plazo es aquella habilidad para recuperar información por mucho tiempo ya que depende de qué tan bien esté organizada y almacenada. (Papalia, 1992)
Es importante que la docente conozca los diferentes tipos de memoria para identificar las situaciones en que los alumnos fallan y qué tipo de estrategias o recursos didácticos puede utilizar para que el alumno retenga la información.
Comentarios
Publicar un comentario